Emancipemos la tierra, con su gemas y metales escondidos y selvas y bosques y jardines, sustentadora de cuanto alienta, fuente de inmortalidad.
(...)No toleremos que un zangano, a quien bastaran seis pies de sepultura, necesite leguas y leguas para extender cuando esta vivo su ociosidad, mas dañosa que la de los muertos. Los que viven sin trabajar no son hermanos nuestros; antes lo son las abejas y las hormigas y el pájaro que teje su frágil nido. Los que viven sin trabajar no existen; no son hombres, son sombras. No dejemos que nos aprisionen las sombras. No toleremos que la tierra, en cuya faz venerable hemos esculpido nuestra estupenda historia, sea de quien no la merece. Luchemos por conseguir que cada hombre, al nacer, encuentre su parte de herencia natural, la parte de tierra a que tiene derecho. Luchemos por conseguir que la tierra sea de quien la trabaja, y que no haya otra riqueza que la del trabajo(...)"
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